Gaceta de Bancos de Huesos y Tejidos

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lunes, 21 de octubre de 2013

El banco de huesos del Hospital Provincial de Madrid

  1. Revista Española de Cirugía Ortopédica y Traumatología

    Vol. 46. Núm. 02. Abril 2002



El banco de huesos del Hospital Provincial de Madrid
V Sanchís Olmos a.

a Hospital Provincial de Madrid. Servicio de Traumatología, Huesos y Articulaciones.

Rev Ortp Traumatol. 2002;46:101-10.   
Enlace del artículo: http://www.elsevierinstituciones.com/ei/1888-4415/46/101


En gran número de operaciones ortopédicas es necesario utilizar injertos óseos. En ocasiones no es posible extraerlos del propio enfermo (hueso autógeno o autólogo), y resulta útil el hueso de otro ser humano (homógeno u homólogo) o de otro animal (heterógeno o heterólogo).

Dejando aparte la discusión sobre la pretendida supervivencia de células en los trasplantes frescos, especialmente autógenos, es indudable la mayor eficacia del injerto autógeno sobre el homógeno y el de éste sobre el heterógeno. Pero ya comenzamos este trabajo diciendo que en ocasiones la extracción del hueso propio no es posible en términos absolutos o en los relativos en cuanto a la cantidad necesaria. Asimismo el tiempo operatorio necesario para la extracción podría poner en riesgo la vida del enfermo o complicar el postoperatorio. En otras ocasiones la aplicación del injerto se va a hacer en zonas donde el fracaso es muy probable, con la consiguiente eliminación del hueso trasplantado. De ser autógeno el injerto, habríamos aumentado el riesgo quirúrgico y complicado el postoperatorio sin resultado eficaz.

El uso de hueso homólogo en cirugía ortopédica es vieja experiencia, y todos hemos procurado, en ocasiones que necesitábamos hueso extra, operar al mismo tiempo otro enfermo al que había que hacer alguna excisión de hueso aprovechable. Incluso a veces algún padre era donante voluntario para un hijo del que no se podía o no convenía extraer el hueso que necesitábamos.

La posibilidad de almacenar el hueso extraído en operaciones asépticas y utilizarlo cuando podía hacer falta ha ido aumentando en estos últimos años, y la experiencia favorable ha justificado que cada hospital o servicio importante fuera organizando su propio «Banco de Huesos» u «Osteoteca» (Pais y Goidanich9).

De los Bancos de Huesos, algunos utilizan hueso heterólogo, de vaca fundamentalmente (Judet5, Meiss7); pero la mayor parte emplean hueso homólogo, obtenido de amputaciones, toracoplastias o de excisiones por diversas operaciones ortopédicas de sujetos vivos o de cadáveres frescos que reúnan determinados requisitos.

La conservación del hueso se realiza de una de estas 2 formas: a) por refrigeración; b) mediante un líquido antiséptico.

La técnica más difundida es la de refrigeración con diversas variantes, después que Inclán4 la divulgó en 1942 (Bush2, Weaver16, Velasco Zimbrón15, Kreuz y asociados6, etc.).

Ella exige: 1. Obtención aséptica de hueso estéril; es decir, que el hueso utilizado no puede estar contaminado y tiene que obtenerse en las mismas condiciones de asepsia que las de una intervención. 2. Durante todo el proceso de manipulación de los frascos y del material que contienen hay que guardar una serie de cuidados exquisitos para evitar cualquier contaminación. 3. Hay que hacer controles bacteriológicos repetidos, especialmente cada vez que se sacan huesos de un frasco que no es totalmente vaciado o arriesgarse a poner hueso que se pudo contaminar.

La conservación mediante líquido antiséptico tiene las siguientes ventajas con relación al refrigerado:...


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